martes, 7 de julio de 2009

INFORME DE GRAMSCI SOBRE EL III CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE ITALIA (CELEBRADO EN LYON)


Debido a la dificultad de publicar inmediatamente una crónica periodística detallada de los trabajos del III congreso de nuestro partido, juzgamos oportuno ofrecer a los compañeros y a la masa de lectores un examen y una información general de los resultados del congreso mismo.

De todas maneras anunciamos que próximamente será publicada en nuestro periódico dicha crónica del congreso y después serán reunidas en un libro las deliberaciones y las tesis en su texto definitivo.

Los resultados numéricos de los votos en el congreso fueron los siguientes:

Ausentes y no consultados: 18.9%

De los presentes en el congreso: votos por el CC 90.8%, por la extrema izquierda, 9.2%.

Nuestro partido nació en enero de 1921, es decir, en el momento más crítico tanto de la crisis general de la burguesía italiana, como de la crisis del movimiento obrero. La escisión, si bien era históricamente necesaria e inevitable, sin embargo encontró a las grandes masas impreparadas y reluctantes. En tal situación la organización material del nuevo partido encontraba las condiciones más difíciles. Sucedió por tanto, que el trabajo puramente organizativo, dada la dificultad de las condiciones en que debía desenvolverse, absorbió las energías creadoras del partido de modo casi completo.

Los problemas políticos que surgían por una parte de la descomposición del personal de los viejos grupos dirigentes burgueses y por otra de un proceso análogo del movimiento obrero, no pudieron ser profundizados suficientemente. Toda la línea política del partido en los años inmediatamente sucesivos a la escisión estuvo condicionada en primer lugar por esta necesidad: mantener unidas las filas del partido, agredido físicamente por la ofensiva fascista de un lado y por los miasmas cadavéricos de la descomposición socialista del otro. Era natural que en tales condiciones se desarrollaran en el interior de nuestro partido sentimientos y estados de ánimo de carácter corporativo y sectario. El problema político general, inherente a la existencia y al desarrollo del partido, no era visto en el sentido de una actividad por la cual el partido debería tender a conquistar las más amplias masas y a organizar las fuerzas sociales necesarias para derrotar a la burguesía y conquistar el poder, sino que era visto como el problema de la existencia misma del partido.

La escisión de Livorno

El hecho de la escisión fue visto en su valor inmediato y mecánico y nosotros cometimos, en otro sentido quizá, el mismo error que había sido cometido por Serrati. El compañero Lenin había dado la fórmula lapidaria del significado de las escisiones en Italia, cuando dijo al compañero Serrati: "Sepárense de Turati y después hagan la alianza con él". Esta fórmula debió haber sido adaptada por nosotros a la escisión que se dio en forma diferente a la prevista por Lenin. Debíamos separarnos como era indispensable e históricamente necesario, no sólo del reformismo sino también del maximalismo que en realidad representaba y representa el oportunismo típico italiano en el movimiento obrero; pero después de eso, y aun continuando la lucha ideológica organizada contra ellos, debimos intentar hacer una alianza contra la reacción. Para los elementos dirigentes de nuestro partido, toda acción de la Internacional, dirigida a lograr un acercamiento a esta línea, apareció como sí fuera una desautorización implícita de la escisión de Livorno, como una manifestación de arrepentimiento. Se dijo que aceptando un planteamiento similar de la lucha política, se admitía que nuestro partido era solamente una nebulosa indefinida, mientras que era justo y necesario afirmar que nuestro partido, naciendo, había resuelto definitivamente el problema de la formación histórica del partido del proletariado italiano. Esta opinión era reforzada por las experiencias no lejanas de la revolución soviética en Hungría, en donde la fusión entre comunistas y socialdemócratas fue ciertamente uno de los elementos (o factores) determinantes de la derrota.

El alcance de la experiencia húngara

En realidad el planteamiento dado a este problema por nuestro partido era falso y cada vez más se fue manifestando como tal ante las amplias masas del partido. Precisamente la experiencia húngara debería habernos convencido de que la línea seguida por la internacional en la formación de los partidos comunistas no era la que nosotros le atribuíamos. Es bien conocido en efecto, que el compañero Lenin intentó oponerse vigorosamente a la fusión entre comunistas y socialdemócratas húngaros, no obstante que estos últimos se declararon partidarios de la dictadura del proletariado. ¿Se puede decir por ello que el camarada Lenin fuera en general contrario a las fusiones? Ciertamente, no. El problema era visto por el camarada Lenin y por la Internacional como un proceso dialéctico, a través del cual el elemento comunista, es decir la parte más avanzada y consciente del proletariado, se pone, sea en la organización del partido de la clase obrera, sea en la función de dirección de las grandes masas, a la cabeza de todo lo que se ha formado y existe en la clase de honesto y activo.

En Hungría fue un error destruir la organización independiente comunista en el momento de la toma del poder, para disolver y diluir el agrupamiento constituido en la más vasta y amorfa organización socialdemócrata que no podía dejar de tomar el predominio. También en Hungría el camarada Lenin había formulado la línea de nuestro viejo partido como una alianza con la socialdemocracia, no como una fusión. A la fusión se hubiera llegado más tarde, cuando el proceso hacia el predominio del agrupamiento comunista se hubiera desarrollado en escala más amplia en el campo de la organización del partido, de la organización sindical y del aparato estatal y con la separación orgánica y política de los obreros revolucionarios de los jefes oportunistas.

Para Italia el problema se presentaba en términos todavía más simples que en Hungría, porque no sólo el proletariado no había conquistado el poder, sino que empezaba, precisamente en el momento de la formación del partido, un gran movimiento de retirada. Proponer en Italia la cuestión de la formación del partido, así como había sido indicado por el compañero Lenin en su fórmula expresada a Serrati, significaba, en la retirada del proletariado que se iniciaba entonces, dar la posibilidad a nuestro partido de reagrupar alrededor suyo a los elementos del proletariado que hubieran querido resistir, pero que bajo la dirección maximalista eran arrastrados a la derrota general y caían en la pasividad. Esto significa que la táctica sugerida por Lenin y por la Internacional era la única capaz de reforzar y desarrollar los resultados de la escisión de Livorno y de convertir verdaderamente a nuestro partido, desde entonces y no sólo en abstracto ni como afirmación histórica, sino en forma efectiva, en el partido dirigente de la clase obrera. Por este falso planteamiento del problema, nosotros nos mantuvimos en las posiciones avanzadas, solos y con la fracción de masas inmediatamente más cercanas al partido, pero no hicimos cuanto era necesario para mantener en nuestras posiciones al proletariado en su conjunto, el cual, sin embargo, estaba todavía animado por un gran espíritu de lucha, como lo demuestran tantos episodios heroicos de la resistencia opuesta al avance enemigo.

El partido en los años 1921-1923

Otro de los elementos de debilidad de nuestra organización consistió en el hecho de que tales problemas, dada la dificultad de la situación y dado que las fuerzas del partido estaban absorbidas en la lucha inmediata por su propia defensa física, no se convirtieron en objeto de discusión en la base y por lo tanto en elemento del desarrollo de la capacidad ideológica y política del partido.

Sucedió así que el primer congreso del partido, el celebrado en Livorno en el teatro de San Marcos inmediatamente después de la escisión, sólo se impuso (o propuso) tareas de carácter organizativo inmediato: formación de los organismos centrales y encuadramiento general del partido. El segundo congreso debería haber podido y quizá debido examinar y plantear las cuestiones anteriores, pero a eso se opusieron los siguientes elementos:

1] El hecho de que no sólo la masa sino también una gran parte de los elementos más responsables y más cercanos a la dirección del partido, literalmente ignoraban que existieran divergencias profundas y esenciales entre la línea seguida por nuestro partido y la sostenida por la Internacional.

2] El estar el partido absorbido en la lucha directa física llevaba a valorar en menos las cuestiones ideológicas y políticas en confrontación con las puramente organizativas. Era por tanto natural que surgiera en el partido un estado de ánimo contrario "a priori" a la profundización de cualquier cuestión que pudiese proyectar peligros de conflictos graves en el grupo dirigente que se constituyó en Livorno.

3] El hecho de que la oposición que se rebeló en el congreso de Roma y que decía ser la única representante de las directivas de la Internacional era, en la situación dada, una expresión del estado de ánimo de cansancio y de pasividad que existía en algunas zonas del partido.

La crisis sufrida tanto por la clase dominante como por el proletariado en el período precedente al advenimiento del fascismo al poder, puso nuevamente a nuestro partido delante de los problemas que el congreso de Roma no había tenido la posibilidad de resolver. ¿En qué consistió esta crisis? Los grupos de izquierda de la burguesía, partidarios de la consigna de un gobierno democrático que se propusiera detener enérgicamente el movimiento fascista, habían convertido en árbitro al Partido Socialista de aceptar o no aceptar esta solución, para liquidarlo políticamente bajo la presión de la responsabilidad de un fallido acuerdo antifascista. En esta misma forma de plantear la cuestión por parte de los democráticos estaba implícita la capitulación preventiva frente al movimiento fascista, fenómeno que se reprodujo después en el período de la crisis Matteotti. Sin embargo tal planteamiento, si bien tuvo en un primer tiempo el poder de lograr una clarificación en el Partido Socialista, habiéndose producido en base a ella la escisión entre maximalistas y reformistas, agravaba sin embargo la situación del proletariado. En efecto la escisión volvía infructuosa la táctica propuesta por los democráticos, en cuanto que el gobierno de izquierda proyectado por ellos debía incluir al Partido Socialista unido, es decir significar la captura de la mayoría de la clase obrera organizada en el engranaje del estado burgués, anticipando la legislación fascista Y haciendo políticamente inútil el experimento fascista directo. Por otra parte la escisión, como apareció más claramente enseguida, sólo había llevado mecánicamente a un salto hacia la izquierda de los maximalistas, los cuales afirmaban querer adherirse a la internacional Comunista y por tanto reconocer el error cometido en Livorno. Sin embargo, se movían con tantas reservas y reticencias mentales que neutralizaban el resurgir revolucionario que la escisión había determinado en las masas, llevándolas así a nuevas desilusiones y a una recaída en la pasividad, de la que se aprovechó el fascismo, para efectuar la marcha sobre Roma.

El nuevo curso en el partido

Esta nueva situación se reflejó en el cuarto congreso de la Internacional Comunista donde se llegó a la formación del comité de fusión después de incertidumbres y resistencias que estaban ligadas a la convicción enraizada en la mayoría de los delegados de nuestro partido de que el desplazamiento de los maximalistas sólo representaba una oscilación transitoria y sin porvenir. De cualquier forma, es a partir de este momento que se inicia en el interior de nuestro partido un proceso de diferenciación en el grupo dirigente de Livorno, proceso que prosigue incesantemente y sale del campo del fenómeno de grupo para convertirse en parte de todo el partido, cuando se advierten y se desarrollan los elementos de la crisis del fascismo, que se inició en el congreso de Turín del Partido Popular.

Cada vez se hace más evidente que es necesario sacar al partido de la posición mantenida en 1921-1922 si se quiere que el movimiento comunista se desarrolle paralelamente a la crisis que sufre la clase dominante. El prejuicio que tuvo tan gran importancia en el pasado y por el cual era necesario antes que nada mantener la unidad organizativa del partido, caía por su propio peso debido al hecho de que en la situación de conflicto entre nuestro partido y la Internacional, se constituía en nuestras filas un estado de fraccionismo latente, que encontraba su expresión en grupos netamente de derecha, a menudo con carácter liquidacionista. Retardarse todavía en poner en toda su amplitud las cuestiones fundamentales de táctica sobre las cuales hasta entonces se había dudado en abrir la discusión, hubiera significado determinar una crisis general del partido sin salida.

De esta manera se dieron nuevos agrupamientos que se fueron desarrollando cada vez más hasta la víspera de nuestro tercer congreso, cuando fue posible comprobar que no sólo la gran mayoría de la base del partido (que no había sido jamás interpelada directamente) sino también la gran mayoría del viejo grupo dirigente se había separado netamente de la concepción y de la posición política de extrema izquierda, para ponerse completamente en el terreno de la Internacional y del leninismo.

La importancia del tercer congreso

De todo lo dicho hasta ahora se deduce claramente cuán importante y grandes eran las tareas de nuestro tercer congreso. Debía cerrar toda una época de la vida de nuestro partido, poniendo fin a las crisis internas y determinando una alineación estable de fuerzas tal, que permitiera un desarrollo normal de la capacidad de dirección política de las masas por parte del partido y por tanto de su capacidad de acción.

¿Resolvió efectivamente el congreso estas tareas? Es indudable que todos los trabajos del congreso demostraron cómo, no obstante las dificultades de la situación, nuestro partido ha logrado resolver su crisis de desarrollo, alcanzando un nivel de homogeneidad, de formación compacta y de estabilización notable y ciertamente superior al de muchas otras secciones de la Internacional. La intervención de los delegados de base en las discusiones del congreso, algunos de ellos venidos de donde es más difícil la actividad del partido, demostró cómo los elementos fundamentales del debate, entre la Internacional y el CC por una parte y la oposición por la otra, han sido absorbidos por el partido no sólo mecánicamente, sino habiendo logrado una convicción consciente difundida, han logrado elevar en medida imprevista aun por los mismos compañeros más optimistas, el tono de la vida intelectual de la masa de compañeros y su capacidad de dirección de iniciativa política.

Este nos parece el significado más relevante del congreso. Resultó que nuestro partido no sólo puede decirse de masas por la influencia que ejerce sobre amplios estratos de la clase obrera y de la masa campesina, sino porque ha adquirido en los elementos individuales que lo componen, una capacidad de análisis de la situación, de iniciativa política y de fuerza dirigente que le faltaban en el pasado y que constituyen la base de su capacidad de dirección colectiva.

Por otra parte, todo el desarrollo de los trabajos hechos en la base para organizar ideológica y prácticamente el congreso en las regiones y en las provincias donde la represión policíaca vigila con mayor intensidad todo movimiento de nuestros camaradas, y el hecho que se haya logrado tener reunidos durante siete días a más de sesenta compañeros en el congreso del partido, y casi otros tantos en el congreso juvenil, son por sí mismos una prueba del desarrollo mencionado más arriba. Es evidente para todos que este movimiento de compañeros y de organizaciones no es solamente un puro hecho organizativo sino que constituye de por sí una altísima manifestación de valor político.

Algunas cifras al respecto: en la primera fase de la preparación del congreso se tuvieron entre dos mil y tres mil reuniones de base, que culminaron en más de un centenar de congresos provinciales e interprovinciales, donde fueron elegidos después de amplias discusiones, los delegados al congreso.

Valor político y resultados logradas

Cualquier obrero está en grado de apreciar todo el significado de estas pocas cifras que es posible publicar, después de cinco años desde la época de ocupación de las fábricas y tres años de gobierno fascista que ha intensificado la labor general de control sobre cualquiera actividad de masas y ha realizado una organización de policías que es con mucho superior a las organizaciones policíacas que existieron antes.

Ya que la mayor debilidad de la organización obrera tradicional se manifestaba esencialmente en el desequilibrio permanente y que se convirtió en catastrófico en los momentos culminantes de la actividad de masas, entre la potencialidad de los cuadros organizativos de partido y el empuje espontáneo de la base, es evidente que nuestro partido logró, no obstante las condiciones extremadamente desfavorables del actual período, superar en medida notable esta debilidad y predisponer fuerzas organizativas coordinadas y centralizadas que aseguran a la clase obrera contra los errores y las insuficiencias más importantes que se verificaron en el pasado. Este es otro de los significados más importantes de nuestro congreso; la clase obrera es capaz de acción y demuestra estar históricamente en grado de cumplir su misión directiva en la lucha anticapitalista en la medida en que logra expresar en su seno todos los elementos técnicos que en la sociedad moderna se demuestran indispensables para la organización concreta de las instituciones en las que se realizará el programa proletario. Y desde este punto de vista es necesario analizar toda la actividad del movimiento fascista desde 1921 hasta las últimas leyes archifascistas: dicha actividad ha sido sistemáticamente dirigida a destruir los cuadros que el movimiento proletario y revolucionario había elaborado fatigosamente en casi cincuenta años de historia. De esta manera el fascismo lograba en la práctica inmediata privar a la clase obrera de su autonomía e independencia política y la obligaba o a la pasividad, es decir a una subordinación inerte al aparato estatal, o bien, en los momentos de crisis política como en el período Matteotti, a buscar cuadros de lucha en otras clases menos expuestas a la represión.

Nuestro partido quedó como el único mecanismo que la clase obrera tenía a su disposición para seleccionar nuevos cuadros dirigentes de clase, es decir, para reconquistar su independencia y autonomía política. El congreso demostró cómo nuestro partido ha logrado brillantemente resolver esta tarea esencial.

Dos eran los objetivos fundamentales que debían ser logrados por el congreso: l] Después de las discusiones y de las nuevas alineaciones de fuerzas que se verificaron, como dijimos precedentemente, era necesario unificar al partido, sea en el terreno de los principios y de la práctica de organización, sea en el terreno más estrechamente político; 2] El congreso estaba llamado a establecer la línea política del partido para el futuro próximo y elaborar un programa de trabajo práctico en todos los campos de actividad de las masas.

Los problemas que surgían para alcanzar objetivos concretos no son naturalmente independientes unos de los otros, sino que están coordinados en el cuadro de la concepción general del leninismo. La discusión del congreso por tanto, aun cuando se desarrollaba alrededor de los aspectos técnicos de alguna cuestión práctica, ponía la cuestión general de la aceptación o no del leninismo. El congreso debía por tanto servir para poner en evidencia en qué medida nuestro partido se había convertido en un partido bolchevique.

Los objetivos fundamentales

Partiendo de una apreciación histórica y política inmediata de la función de la clase obrera en nuestro país el congreso dio una solución a toda una serie de problemas que pueden ser agrupados así:

1] Relaciones entre el comité central del partido y la masa del partido. a) En este grupo de problemas entra la discusión general sobre la naturaleza del partido, sobre la necesidad de que éste sea un partido de clase, no sólo abstractamente, es decir, en cuanto que el programa aceptado por sus miembros expresa las aspiraciones del proletariado, sino por así decirlo, fisiológicamente en cuanto que la gran mayoría de sus componentes está formada por proletarios y en él se reflejan y resumen solamente las necesidades y la ideología de una sola clase: el proletariado, b) La subordinación completa de todas las energías del partido en modo tal que estén socialmente unificadas a la dirección del CC.

La lealtad de todos los elementos del partido hacia el CC debe convertirse no sólo en un hecho puramente organizativo y disciplinario, sino en un verdadero principio de ética revolucionaria. Es necesario infundir en las masas del partido una convicción tan enraizada de esta necesidad, que las iniciativas fraccionales y todo intento en general de disgregar la formación del partido deben encontrar en la base una reacción espontánea e inmediata que las sofoque al nacer. La autoridad del CC entre un congreso y otro no debe nunca ser puesta en discusión y el partido debe convertirse en un bloque homogéneo. Sólo a condición de ello el partido estará en grado de vencer a los enemigos de clase. ¿Cómo podría la masa de los sin partido tener confianza en que el instrumento de lucha revolucionaria, el partido, logre conducir sin vacilaciones y sin oscilaciones la lucha implacable por conquistar y mantener el poder, si el comité central del partido no tiene la capacidad y la energía necesarias para eliminar todas las debilidades que pueden agrietar su naturaleza compacta? Los dos puntos precedentes serían de imposible realización si en el partido, a la homogeneidad social y a la naturaleza compacta, monolítica de la organización, no se agregara la conciencia difundida de una homogeneidad ideológica y política.

Concretamente la línea que el partido debe seguir puede ser expresada en esta fórmula: el núcleo de la organización de partido consiste en un fuerte CC, estrechamente ligado con la base proletaria del partido mismo, sobre el terreno de la ideología y de la táctica del marxismo-leninismo.

Sobre esta serie de problemas la enorme mayoría del congreso se pronunció netamente en sentido favorable a las tesis del CC y rechazó no sólo sin la mínima concesión, sino al contrario, insistiendo en la necesidad de la intransigencia teórica y de la inflexibilidad práctica, las concepciones de la oposición que llevarían a mantener al partido en un estado de labilidad y de amorfismo político social.

2] Relaciones del partido con la clase proletaria (es decir con la clase de quien el partido es el directo representante, con la clase que tiene la tarea de dirigir la lucha anticapitalista y de organizar la nueva sociedad. En este grupo de problemas entra la apreciación de la función del proletariado en la sociedad italiana, es decir del grado de madurez de esta sociedad para transformarse de capitalista en socialista y por tanto de las posibilidades para el proletariado de convertirse en clase independiente y dominante. Por tanto el congreso discutió: a) la cuestión sindical, que para nosotros es esencialmente la cuestión de la organización de las más amplias masas, como clase en sí mismas, sobre la base de los intereses económicos inmediatos y como terreno de educación política revolucionaria; b) la cuestión del frente único, es decir de las relaciones de dirección política entre la parte más avanzada del proletariado y las fracciones menos avanzadas de él.

3] Relaciones de la clase proletaria en su conjunto con las otras fuerzas sociales que objetivamente están en el terreno anticapitalista, a pesar de que estén dirigidas por partidos y grupos políticos ligados a la burguesía; por lo tanto en primer lugar las relaciones entre el proletariado y los campesinos. También sobre toda esta serie de problemas la enorme mayoría del congreso rechazó concepciones equivocadas de la oposición y se declaró en favor de las soluciones dadas por el CC

Cómo se alinearon las fuerzas en el congreso

Mencionamos ya la actitud que la inmensa mayoría del congreso tuvo en relación con las soluciones para los problemas esenciales en el período actual. Sin embargo es oportuno analizar más detalladamente la actitud asumida por la oposición y apuntar, aunque sea brevemente, otras actitudes que se presentaron en el congreso como actitudes individuales, pero que podrían coincidir en el futuro con determinados momentos transitorios del desarrollo de la situación italiana y que por ello deben ser denunciados y combatidos desde ahora. Mencionamos ya en los primeros párrafos de esta exposición las maneras y las formas que caracterizaron la crisis de desarrollo de nuestro partido en los años de 1921 a 1924. Recordaremos brevemente cómo en el V Congreso Mundial de la Internacional Comunista la crisis misma encontró una solución provisional organizativa con la constitución de un CC que en su conjunto se ponía completamente en el terreno del leninismo y de la táctica de la Internacional Comunista, pero que se descomponía en tres partes de las cuales una, que tenía la mayoría más uno del comité mismo, representaba a los elementos de izquierda que se habían separado del viejo grupo de Livorno, después del IV congreso; otra que representaba la oposición que se constituyó en el II congreso contra las tesis de Roma, y la tercera que representaba los elementos terceristas, llegados al partido después de la fusión. No obstante sus debilidades intrínsecas, a pesar del hecho de que la función dirigente en su seno era ejercitada netamente por el llamado grupo de centro, es decir, por los elementos de izquierda que se separaron del grupo dirigente de Livorno, el CC logró encaminar y resolver enérgicamente el problema de la bolchevización del partido y de su completo acuerdo con las directivas de la Internacional Comunista.

Actitudes de la extrema izquierda

Ciertamente hubo resistencias en el congreso y el episodio culminante, que todos los compañeros recuerdan, fue la constitución del Comité de Entendimiento,* es decir, el intento de constituir una fracción organizada que se enfrentara al CC en la dirección del partido. En realidad la constitución del comité de entendimiento fue el síntoma más relevante de la disgregación de la extrema izquierda, la cual, ya que sentía que perdía progresivamente terreno en las filas del partido, intentó galvanizar las pocas fuerzas que le quedaban, con un acto clamoroso de rebelión. Es notable el hecho de que después de la derrota ideológica y política sufrida por la extrema izquierda, ya en el período preparatorio del congreso, su núcleo más resistente haya ido asumiendo posiciones cada vez más sectarias y de hostilidad hacia el partido, del cual se sentía cada día más lejano y separado. Estos compañeros no sólo siguieron manteniéndose en el terreno de la más obstinada oposición sobre determinados puntos concretos de la ideología y de la política del partido y de la Internacional, sino que buscaron sistemáticamente motivos de oposición sobre todos los puntos, para poder presentarse en bloque, casi como un partido en el partido. Es fácil imaginar que partiendo de una posición semejante se debería llegar, durante el desarrollo del congreso, a actitudes teóricas y prácticas en las que lo dramático, que era reflejo de la situación general en que se debe mover el partido, difícilmente se distinguía de una cierta actuación que aparecía como pose a quienes realmente habían luchado y se habían sacrificado por la clase proletaria.

* Gramsci se refiere a la constitución, por parte del grupo de Bordiga, de un Comité de Entendimiento, que mientras exigía garantías para el congreso, tenía el objetivo declarado de asumir la dirección de la oposición de izquierda. [E.]

En este orden de acontecimientos debe ser colocada, por ejemplo, la moción presentada por la oposición, inmediatamente después de la apertura del congreso, por la cual se ponía en duda su validez deliberativa, buscando en tal forma establecer una coartada para un posible regreso a la actividad fraccional y para un posible desconocimiento de la autoridad de la nueva dirigencia del partido. A la masa de los congresistas, que conocían cuántos sacrificios y cuántos esfuerzos organizativos había costado la preparación del congreso, esta moción les pareció una verdadera provocación y no deja de tener significado que los únicos aplausos (el reglamento del congreso prohibía por razones comprensibles toda manifestación clamorosa de consenso o de repudio) fueron dados al orador que estigmatizó la actitud asumida por la oposición y sostuvo la necesidad de reforzar demostrativamente el nuevo comité por elegirse, con facultad específica de implacable rigor contra cualquier iniciativa que prácticamente pusiera en duda la autoridad del congreso y la eficiencia de sus deliberaciones.

Afloran desviaciones de derecha

Al mismo orden de acontecimientos, y de manera agravada por la forma artificiosa y teatral, pertenece también la actitud asumida por la oposición antes de terminar el congreso, cuando se estaban por extraer las conclusiones político-organizativas de los trabajos del congreso mismo. Pero los mismos elementos de la oposición pudieron tener la neta demostración de cuál es el estado de ánimo difundido en las filas del partido: el partido no piensa permitir que se juegue por más tiempo al fraccionalismo y a la indisciplina; el partido quiere realizar el máximo de dirección colectiva y no permitirá a ningún miembro, cualquiera que sea su valor personal, enfrentarse al partido.

En las sesiones plenarias del congreso la oposición de extrema izquierda fue la única oposición oficial y declarada. La actitud de oposición sobre la cuestión sindical, asumida por dos miembros del viejo CC, por su carácter impulsivo y de improvisación, debe considerarse más bien como un fenómeno individual de histerismo político y no como oposición de sentido sistemático. En cambio, durante los trabajos de la comisión política hubo una manifestación, que si por ahora puede juzgarse de carácter puramente individual, sin embargo debe ser considerada, dados los elementos ideológicos que están en su base, como una verdadera plataforma de derecha, que podría ser presentada al partido en una situación determinada, y que por ello debía ser, como lo fue, rechazada sin vacilación, sobre todo porque se había hecho portavoz de ella un miembro del viejo CC Estos elementos ideológicos son: 1] La afirmación de que el gobierno obrero y campesino puede constituirse sobre la base del parlamento burgués; 2] La afirmación de que la socialdemocracia no debe ser juzgada como el ala izquierda de la burguesía, sino corno el ala derecha del proletariado; 3] Que en la valoración del estado burgués se necesita distinguir la función de opresión de una clase sobre otra de la función de producción de determinados satisfactores para ciertas exigencias generales de la sociedad.

El primero y segundo elementos son contrarios a las decisiones del III congreso y el tercero está fuera de la concepción marxista del estado. Los tres juntos revelan una orientación por concebir la solución de la crisis de la sociedad burguesa fuera de la revolución.

La línea política fijada al partido

Ya que así se alinearon las fuerzas en el congreso, es decir, como una rígida oposición de los residuos del "extremismo" contra las posiciones teórico-prácticas de la mayoría del partido, mencionaremos rápidamente sólo algunos puntos de la línea establecida por el congreso.

Cuestión ideológica. Sobre esta cuestión el congreso afirmó la necesidad de que el partido desarrolle todo un trabajo de educación que refuerce el conocimiento de nuestra doctrina marxista en las filas del partido y desarrolle la capacidad de la más amplia capa dirigente. Sobre este punto la oposición intentó hacer una hábil inversión: desempolvó algunos viejos artículos o párrafos de artículos de compañeros de la mayoría del partido, para sostener que ellos sólo relativamente tarde aceptaron integralmente la concepción del materialismo histórico que se desprende de las obras de Marx y Engels, y que sostenían en cambio la interpretación que del materialismo histórico había dado Benedetto Croce. Ya que es conocido que también las tesis de Roma fueron juzgadas como esencialmente inspiradas en la filosofía crociana, esta argumentación de la oposición aparece como inspirada por una pura demagogia congresual. En todo caso, ya que la cuestión no es de individuos sino de masas, la línea establecida por el congreso, sobre la necesidad de un trabajo específico de educación para elevar el nivel de la cultura general marxista del partido, reduce la polémica de la oposición a una pura ejercitación erudita de búsqueda de elementos biográficos más o menos interesantes del desarrollo intelectual de compañeros en lo individual.

Táctica del partido. El congreso aprobó y defendió enérgicamente contra los ataques de la oposición la táctica seguida por el partido en el último período de la historia italiana caracterizado por la crisis Matteotti. Hay que decir que la oposición no intentó enfrentar al análisis de la situación italiana hecho por el CC en las tesis para el congreso, ningún otro análisis que llevara a establecer una táctica, ni correcciones parciales que justificaran una oposición de principio. Al contrario, fue característico de la falsa posición de la extrema izquierda el hecho de que nunca sus observaciones ni sus críticas se hayan basado sobre un examen profundo y ni siquiera superficial de las relaciones de fuerza y de las condiciones generales existentes en la sociedad italiana. Resultó así claramente que el método propio de la extrema izquierda y que ella sostiene que es dialéctico, no es el método de la dialéctica materialista de Marx, sino el viejo método de la dialéctica conceptual propio de la filosofía premarxista y hasta prehegeliana.

Al análisis objetivo de las fuerzas en lucha y de la dirección que asumen en contradicción con el desarrollo de las fuerzas materiales de la sociedad, la oposición sustituía la afirmación de estar en posesión de un misterioso "don" especial a través del cual el partido debería ser dirigido. Extraña aberración que autorizaba al congreso a juzgar como extremadamente peligroso y deletéreo para el partido un método semejante, que conduciría tan sólo a una política de improvisaciones y de aventuras.

Que, por otra parte, la oposición no haya jamás poseído un método propio, capaz de desarrollar las fuerzas del partido y las energías revolucionarias del proletariado y que pueda ser enfrentado al método marxista y leninista, quedó demostrado por la actividad desarrollada por el partido en los años 1921-1922, cuando estaba dirigido por algunos de los actuales opositores irreductibles, A este respecto fueron analizados por el congreso dos momentos de la situación italiana, es decir la actitud asumida por la dirección del partido en febrero de 1921, cuando el fascismo desencadenó la ofensiva frontal en Toscana y Puglia y la actitud de la misma dirección hacia el movimiento de los Arditi dil Popolo. Del análisis de estos dos momentos resultó que el método sostenido por la oposición lleva sólo a la pasividad y a la inacción y consiste en última instancia simplemente en extraer de los acontecimientos ya pasados y sin la intervención del partido en su conjunto, enseñanzas de carácter únicamente pedagógico y propagandista.

La cuestión sindical. En el campo sindical la difícil tarea el partido consiste en encontrar un justo acuerdo entre estas dos líneas de actividad práctica: 1] defender los sindicatos de clase buscando mantener el máximo de cohesión y de organización sindical entre las masas que tradicionalmente han participado en la organización sindical misma. Esta es una tarea de excepcional importancia, porque el partido revolucionario siempre debe, aun en las peores situaciones objetivas, tender a conservar todas las acumulaciones de experiencia y de capacidad técnica y política que se han venido formando a través de los desarrollos de la historia pasada de la masa proletaria. Para nuestro partido la Confederación General del Trabajo constituye en Italia la organización que históricamente expresa en modo más orgánico estas acumulaciones de experiencia y de capacidad, y representa por tanto el terreno dentro del cual debe ser conducida esta defensa; 2] teniendo en cuenta el hecho de que la dispersión actual de las masas trabajadoras se debe esencialmente a motivos que no son propios de la clase obrera, por lo que existen posibilidades organizativas inmediatas de carácter no estrechamente sindical, el partido debe proponerse favorecer y promover activamente estas posibilidades. Esta tarea puede ser cumplida sólo si el trabajo organizativo de masas es trasladado del terreno corporativo al terreno industrial de fábrica y las ligas de la organización de masas se convierten en electivas y representativas de fábrica, además que de adhesión individual por la vía de la credencial sindical.

Está claro, por otra parte, que esta táctica del partido corresponde al desarrollo normal de la organización de masas proletarias, tal como se verificó durante y después de la guerra, es decir en el período en que el proletariado comenzó a afrontar el problema de una lucha a fondo contra la burguesía, por la conquista del poder. En este período la tradicional forma organizativa del sindicato por oficio, había sido integrada por todo un sistema de representaciones electas en fábrica, es decir por las comisiones internas. Es conocido también que, especialmente durante la guerra, cuando las centrales sindicales se adhirieron a los comités de movilización industrial y determinaron por tanto una situación de "paz industrial" en algunos aspectos análoga a la presente, las masas obreras de todos los países (Italia, Francia, Rusia, Inglaterra y también los Estados Unidos) encontraron de nuevo las vías de la resistencia y de la lucha bajo la dirección de los representantes obreros electos en fábrica.

La táctica sindical del partido consiste esencialmente en desarrollar toda la experiencia organizativa de las grandes masas, presionando sobre las posibilidades de más inmediata realización, consideradas las dificultades objetivas que le crean al movimiento sindical, el régimen burgués por una parte y el reformismo de la confederación por la otra.

Esta línea fue aprobada por la inmensa mayoría del congreso. Alrededor de ella, sin embargo, se realizaron las discusiones más apasionadas y la oposición estuvo representada, además de por la extrema izquierda, también por dos miembros del antiguo CC, como ya habíamos dicho. Un orador sostuvo que el sindicato está históricamente superado, y que por tanto la única acción de masas del partido debe ser la que se desarrolla en las fábricas. Esta tesis, ligada a las más absurdas posiciones del infantilismo extremista, fue neta y enérgicamente rechazada por el congreso.

Para otro orador en cambio, la única actividad del partido en este campo debe ser la actividad organizativa sindical tradicional. Esta tesis está ligada estrechamente a una concepción de derecha, es decir a la voluntad de no chocar demasiado fuertemente con la burocracia sindical reformista que se opone tercamente a toda organización de masas.

La oposición de la extrema izquierda estaba guiada por dos directrices fundamentales: la primera de carácter esencialmente congresual, tendía a la demostración de que la táctica de las organizaciones de fábrica, sostenida por el CC y por la mayoría del congreso, está ligada a la concepción deL'Ordine Nuovo, semanario que, según la extrema izquierda, era proudhoniano y no marxista; la segunda está ligada a la cuestión de principio en la que la extrema izquierda se enfrenta netamente al leninismo: el leninismo sostiene que el partido guía a la clase a través de las organizaciones de masa y sostiene por tanto como una de las tareas esenciales del partido el desarrollo de la organización de masas; para la extrema izquierda en cambio, este problema no existe y se dan al partido funciones que pueden llevar por una parte a las peores catástrofes y por la otra a los más peligrosos aventurerismos.

El congreso rechazó todas estas deformaciones de la táctica sindical comunista, aunque juzgando necesario insistir con particular energía sobre la necesidad de una mayor y más activa participación de los comunistas en el trabajo de la organización sindical tradicional.

La cuestión agraria. El partido buscó, por lo que se refiere a su acción entre los campesinos, salir de la esfera de la simple propaganda ideológica tendiente, a difundir sólo abstractamente los términos generales de la solución leninista del problema mismo, para entrar en el terreno práctico de la organización y de la acción política real. Es evidente que esto era más fácil de obtenerse en Italia que en otros países, porque en nuestro país está más avanzado en ciertos aspectos el proceso de diferenciación de las grandes masas de la población, debido a la situación política actual. Por otro lado, esta cuestión, dado que el proletariado industrial es entre nosotros sólo una minoría de la población trabajadora, surge aquí con mayor intensidad que en otros lados. El problema de cuáles son las fuerzas motrices de la revolución y el de la función dirigente del proletariado, se presentan en Italia en formas tales que exigen una atención particular de nuestro partido y la búsqueda de soluciones concretas a los problemas generales que se resumen en la expresión: la cuestión agraria.

La gran mayoría del congreso aprobó el planteamiento que el partido dio a estos problemas y afirmó la necesidad de una intensificación del trabajo según la línea general ya parcialmente aplicada.

¿En qué consiste prácticamente esta actividad? El partido debe tender a crear en cada región uniones regionales de la Asociación de Defensa de los Campesinos; pero dentro de estos cuadros organizativos más amplios, hay que distinguir cuatro reagrupamientos fundamentales de las masas campesinas, para cada uno de los cuales es necesario encontrar actitudes y soluciones políticas bien precisas y completas.

Uno de estos agrupamientos está constituido por las masas de los campesinos eslavos de Istria y Friuli, cuya organización está estrechamente ligada a la cuestión nacional. Un segundo agrupamiento está constituido por el particular movimiento campesino que se resume bajo el título de: Partido de los Campesinos y que tiene su base principalmente en Piamonte; para este agrupamiento de carácter no confesional y más estrechamente económico, vale la aplicación de los términos generales de la táctica agraria del leninismo, ya que se da el hecho de que dicho agrupamiento existe en la región donde está uno de los centros proletarios más eficientes en Italia. Los otros dos agrupamientos son de lejos los más considerables y los que exigen la mayor atención del partido, es decir: 1] la masa de campesinos católicos, agrupados en Italia central y septentrional, que están más o menos directamente organizados por la Acción Católica y el aparato eclesiástico en general, es decir por el Vaticano; 2] la masa de campesinos de la Italia meridional y de las islas.

Por lo que respecta a los campesinos católicos, el congreso decidió que el partido debe continuar y desarrollar la línea que consiste en favorecer las formaciones de izquierda que se verifican en este campo y que están estrechamente ligadas a la crisis general agraria que se inició ya antes de la guerra, en el centro y en el norte de Italia. El congreso afirmó que la actitud del partido hacia los campesinos católicos, si bien contiene en sí algunos de los elementos esenciales para la solución del problema político-religioso italiano, no debe de ninguna manera conducir a favorecer intentos que puedan nacer de movimientos ideológicos de naturaleza estrechamente religiosa. La tarea del partido consiste en explicar los conflictos que nacen sobre el terreno de la religión como derivados de los conflictos de clase y en tender a poner siempre de manifiesto los caracteres de clase de estos conflictos, y no al contrario, favorecer soluciones religiosas de los conflictos de clase, aun si tales soluciones se presentan como de izquierda, en cuanto que ponen en discusión la autoridad de la organización oficial religiosa.

La cuestión de los campesinos meridionales fue examinada por el congreso con particular atención. El congreso reconoció como exacta la afirmación contenida en las tesis del CC, según la cual la función de la masa campesina sureña en el desenvolvimiento de la lucha anticapitalista italiana debe ser examinada en sí y debe llevar a la conclusión de que los campesinos del sur son, después del proletariado industrial y agrícola del norte de Italia, el elemento social más revolucionario de la sociedad italiana.

¿Cuál es la base material y política de esta función y de las masas campesinas del sur? Las relaciones que existen entre el capitalismo italiano y los campesinos del sur no consisten solamente en las normales relaciones históricas entre ciudad y campo, como fueron creadas por el desarrollo del capitalismo en todos los países del mundo; en el cuadro de la sociedad nacional estas relaciones son agravadas y radicalizadas por el hecho de que económica y políticamente toda la zona meridional y de las islas funciona como un inmenso campo frente a la Italia del norte, que funciona como una inmensa ciudad. Semejante situación provoca en Italia del sur la formación y el desarrollo de determinados aspectos de una cuestión nacional, aunque ellos no asumen inmediatamente una forma explícita de tal cuestión en su conjunto, sino la de una lucha muy vivaz de carácter regional y de profundas corrientes hacia la descentralización y la autonomía local.

Lo que hace característica la situación de los campesinos del sur es el hecho de que ellos, a diferencia de los tres agrupamientos antes descritos, no tienen en conjunto ninguna experiencia organizativa autónoma. Ellos están encuadrados en los esquemas tradicionales de la sociedad burguesa por medio de los cuales los propietarios agrarios, parte integrante del bloque agrario-capitalista, controlan a las masas campesinas y las dirigen según sus objetivos.

Como consecuencia de la guerra y de las agitaciones obreras posteriores a la guerra, que habían debilitado profundamente el aparato estatal y casi destruido el prestigio social de las clases superiores, arriba mencionadas, las masas campesinas del sur se despertaron a la vida propia y fatigosamente intentaron encuadrarse por su propia cuenta. De esta manera hubo movimientos de los ex combatientes y de los varios partidos llamados de "renovación", que buscaban explotar este despertar de la masa campesina, algunas veces secundándolo como en la ocupación de las tierras, y más a menudo tratando de desviarlo y por tanto de consolidarlo en una posición de lucha por la llamada "democracia", como sucedió últimamente con la constitución de la Unión Nacional.

Los últimos acontecimientos de la vida italiana que determinaron un pasaje en masa de la pequeña burguesía meridional al fascismo, hicieron más aguda la necesidad de dar a los campesinos meridionales una dirección propia para sustraerlos definitivamente de la influencia burguesa agraria.

El único posible organizador de la masa campesina meridional es el obrero industrial, representado por nuestro partido. Pero para que este trabajo de organización sea posible y eficaz se necesita que nuestro partido se acerque estrechamente al campesino del sur, que nuestro partido destruya en el obrero industrial el prejuicio que le ha sido inculcado por la propaganda burguesa de que el sur es una bola de plomo que se opone al desarrollo grandioso de la economía nacional y que destruya en el campesino meridional el prejuicio todavía más peligroso por el que ve en el norte de Italia un solo bloque de enemigos de clase.

Para lograr estos resultados se necesita que nuestro partido despliegue una intensa obra de propaganda también en el interior de la organización para dar a todos los compañeros una conciencia exacta de los términos de la cuestión, que si no es resuelta de un modo clarividente y sabio por nosotros, hará posible que la burguesía, derrotada en su zona, se concentre en el sur para convertir a esta parte de Italia en la plaza de armas de la contrarrevolución.

Sobre toda esta serie de problemas, la oposición de extrema izquierda no logró decir mas que bromas y lugares comunes. Su posición esencial fue la de negar a priori que existan estos problemas concretos, sin ningún análisis o demostración ni siquiera potencial. Es más, se puede decir que precisamente con respecto a la cuestión agraria, apareció la verdadera esencia de la concepción de la extrema izquierda, que consiste en una especie de corporativismo que espera mecánicamente del mero desarrollo de las condiciones objetivas generales la realización de los fines revolucionarios. Tal concepción, como dijimos antes, fue netamente rechazada por la inmensa mayoría del congreso.

Otros problemas tratados. Por lo que respecta a la cuestión de la organización concreta del partido en el período actual, el congreso ratificó sin discusión las deliberaciones de la reciente Conferencia de organización ya publicadas en L'Unità.

El congreso, dada la forma de la reunión y los objetivos que se proponía, los cuales se referían especialmente a la organización interna del partido y a la superación de la crisis, no pudo tratar ampliamente algunas cuestiones que sin embargo son esenciales para un partido proletario revolucionario. De esta manera, sólo en las tesis fue examinada la situación internacional en relación a la línea política de la Internacional Comunista. En la discusión del congreso tal argumento sólo fue mencionado de pasada y de los problemas internacionales se trató sólo la parte tocante a las formas o relaciones de organización de la Comintern, ya que éste era un elemento de la crisis interna del partido. El congreso sin embargo tuvo un larguísimo y exhaustivo informe sobre los trabajos del reciente congreso del partido ruso y sobre el significado de las discusiones que se realizaron en él.

De esta forma, el congreso no se ocupó del problema de la organización en el campo femenino, ni de la organización de la prensa, argumentos esenciales para nuestro movimiento y que merecerían un tratamiento especial.

Tampoco fue tratada la cuestión de la redacción del programa del partido que había sido puesta en la orden del día.

Pensamos que es posible remediar estas lagunas con conferencias especiales del partido, expresamente convocadas para tal objetivo.

No obstante estas deficiencias parciales, se puede afirmar, ya para concluir, que la cantidad de trabajo realizado por el congreso fue verdaderamente imponente. El congreso elaboró una serie de resoluciones y un programa de trabajo concreto como para poner en grado a la clase proletaria de desarrollar sus energías y su capacidad de dirección política en la situación actual.

Una condición es especialmente necesaria para que las resoluciones del congreso no sólo sean aplicadas sino para que den todos los frutos que pueden dar: se necesita que el partido se mantenga estrechamente unido, que no permita que en su seno se desarrolle ningún germen de disgregación, de pesimismo, de pasividad. Llamamos a todos los compañeros del partido a realizar esta condición. Nadie puede poner en duda que esto será hecho, para gran desilusión de todos los enemigos de la clase obrera.

(L'Unità, 24 de febrero de 1926.)


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