domingo, 9 de agosto de 2009

Algunos aspectos teóricas y prácticos del "economismo" :

Es por lo menos extraña la actitud que el economismo asume con respecto a las expresiones de voluntad, de acción y de iniciativa política e intelectual, como si éstas no fuesen una emanación orgánica de necesidades económicas o, mejor aún, la única expresión eficiente de la economía. Es también una incongruencia que el planteamiento concreto de la cuestión hegemónica sea interpretado como un hecho que subordina al grupo hegemónico. El hecho de la hegemonía presupone indudablemente que se tienen en cuenta los intereses y las tendencias de los grupos sobre los cuales se ejerce la hegemonía, que se forme un cierto equilibrio de compromiso, es decir que el grupo dirigente haga sacrificios de orden económico-corporativ o, pero es también indudable que tales sacrificios y tal compromiso no pueden concernir a lo esencial, ya que si la hegemonía es ético-política no puede dejar de ser también económica, no puede menos que estar basada en la función decisiva que el grupo dirigente ejerce en el núcleo rector de la actividad económica.

Además del liberalismo y el sindicalismo teórico, el economismo se presenta bajo muchas otras formas. Le pertenecen todas las formas de abstencionismo electoral (ejemplo típico: el abstencionismo de los clericales italianos luego de 1870, el cual se atenuó cada vez más luego del 1900 hasta 1919 y la formación del Partido popular. La distinción orgánica que hacían los clericales entre la Italia real y la Italia legal era una reproducción de la distinción entre mundo económico y mundo político-legal) . Tales formas son numerosas en el sentido de que puede haber semi-abstencionismo , un cuarto, etc. Al abstencionismo está ligada la fórmula de "tanto peor, tanto mejor" y también la fórmula de la llamada "intransigencia" parlamentaria de algunas fracciones de diputados. No siempre el economismo es contrario a la acción política y al partido político, que sin embargo es considerado como un mero organismo educativo de tipo sindical. Un punto de referencia para el estudio del economismo y para comprender las relaciones entre estructura y superestructura está constituido por ese pasaje de Miseria de la Filosofíadonde se dice que una fase importante en el desarrollo de un grupo social es aquélla donde los miembros de un sindicato no luchan únicamente por los intereses económicos, sino por la defensa y el desarrollo de la organización misma [8]. Es necesario recordar, al mismo tiempo, la afirmación de Engels de que la economía sólo en "última instancia" es el resorte de la historia (en las dos cartas sobre la filosofía de la praxis publicadas también en italiano), afirmación que es necesario vincular directamente al pasaje del prefacio a laCrítica de la Economía Política donde se dice que es en el terreno de las ideologías donde los hombres toman conciencia de los conflictos que se manifiestan en el mundo económico.

Ocurre con frecuencia que se combate al economismo histórico creyendo combatir al materialismo histórico. Es éste el caso, por ejemplo, de un artículo de L'Avenir de París del 10 de octubre de 1930 (citado en la Rassegna Settimanale della Stampa Estera del 21 de octubre de 1930, pp. 2303-2304) y que citamos como típico: "Se nos dice desde hace mucho tiempo, pero sobretodo después de la guerra, que las cuestiones de intereses dominan a los pueblos y llevan hacia adelante al mundo. Son los marxistas quienes inventaron esta tesis, bajo el apelativo un poco doctrinario de "materialismo histórico". En el marxismo puro, los hombres tomados en masa no obedecen a las pasiones sino a las necesidades económicas. La política es una pasión. La patria es una pasión, Estas dos exigencias juegan en la historia sólo una función de apariencia porque en realidad la vida de los pueblos, en el curso de los siglos, se explica por un juego cambiante y siempre renovado de causas de orden material. La economía es todo. Muchos filósofos y economistas "burgueses" tomaron este, "eslogan". Ellos asumen un cierto aire de entendidos para explicarnos por las fluctuaciones del cereal, del petróleo o del caucho, la gran política internacional. Se ingenian para demostrarnos que toda la diplomacia está dirigida por las cuestiones de tarifas aduaneras y de precios de costo. Estas explicaciones están muy en boga. Tienen un leve barniz científico y nacen de un cierto escepticismo superior que intenta pasar por suprema elegancia. ¿La pasión en política exterior? ¿El sentimiento en materia nacional? ¡Vamos! Esto convence a los simples, a los crédulos. Los grandes espíritus, los iniciados saben que todo está dominado por el debe y el haber. Ahora bien, ésta es una seudo verdad absoluta. Es completamente falso que los pueblos no se dejan guiar más que por consideraciones de interés y es completamente cierto que ellos obedecen por sobre todo a consideraciones dictadas por un deseo y por una fe ardiente de prestigio. Quien no comprende esto no comprende nada". La continuación del artículo (titulado, La manía del prestigio) toma como ejemplos la política alemana e italiana, que serían de "prestigio" y no dictadas por intereses materiales. El artículo condensa gran parte, de los puntos más banales de polémica contra la filosofía de la praxis, pero en realidad la polémica es contra un desaliñado economismo de tipo loriano. Además, el autor no está en otros sentidos muy consustanciado con el tema. No comprende que las "pasiones" pueden no ser sino un sinónimo de los intereses económicos y que es difícil sostener que la actividad política sea un estado permanente de pasión exasperada y de espasmo; mientras que la política francesa es presentada como una "racionalidad" sistemática y coherente, es decir purificada de todo elemento pasional.

En su forma más difundida de superstición economista, la filosofía de la praxis pierde gran parte de sus posibilidades de expansión cultural en la esfera superior del grupo intelectual, mientras que las gana entre las masas populares y entre los intelectuales de medianos alcances que no quieren fatigar su cerebro pero desean aparecer como muy astutos. Como escribe Engels es muy cómodo para muchos creer que pueden procurarse, a buen precio y sin fatiga alguna meterse en el bolsillo, toda la historia y toda la ciencia política y filosófica concentrada en algunas formulitas. Como se olvidó que la tesis según la cual los hombres adquieren conciencia de los conflictos fundamentales en el terreno de las ideologías no es de carácter psicológico o moralista, sino orgánico gnoseológico, se creó la forma mentís de considerar la política y por consiguiente la historia como un continuo marché de dupes, un juego de ilusionismos y prestidigitació n. La actividad "crítica" se redujo a develar trucos, a suscitar escándalos, a entrometerse en la vida personal de los hombres representativos.

Se olvidó así que siendo, el "economismo" , o presumiendo serlo, un canon objetivo de interpretació n (objetivo-cientí fico), la investigación en el sentido de los intereses inmediatos debería ser válida para todos los aspectos de la historia, tanto para los hombres que representan la "tesis" como para aquellos que representan la "antítesis". Se olvidó además otra proposición de la filosofía de la praxis: aquella de que las "creencias populares" o las creencias del tipo de las populares tienen la validez de fuerzas materiales. Los errores de interpretació n en el sentido de la búsqueda de los intereses "sórdidamente judaicos" fueron a veces groseros y cómicos e incidieron así negativamente sobre el prestigio de la doctrina originaria Es por ello necesario combatir al economismo no sólo en la teoría de la historiografí a sino también y especialmente en la teoría y en la práctica política. En este campo la lucha puede y debe ser conducida desarrollando el concepto de hegemonía

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